Es una construcción de finales de la década de 1970, que en su interior resguarda la imagen que da origen a su nombre: una pintura de Jesucristo en su advocación de Ecce Homo.
De acuerdo con la leyenda, la imagen fue encontrada enrollada por unos trabajadores en la Hacienda de cerro Gordo; al desenrollarla, parecía que la imagen tenía vida. Este hecho sorprendió a los pobladores y entonces comenzaron a venerarla.
En un año de sequía, después de sacar la imagen en procesión por los campos de cultivo pidiendo su milagrosa ayuda, se confirmó la fe de sus creyentes; pues luego de hacer la petición, cayeron fuertes lluvias que salvaron la cosecha de los pobladores. Por ello, decidieron dedicarle un templo como agradecimiento por los milagros realizados.